Nos hemos leído los libros, hemos hecho una purga en los juguetes y organizado el cuarto de juegos perfecto, lleno de posibilidades sin estructurar, y ahora esperamos mientras la magia ocurre y la imaginación de nuestros hijos se lanza a explorar, crear, resolver problemas y jugar como nunca antes.
Cinco minutos más tarde... que apenas te han dado para prepararte el café y mucho menos para bebértelo o hacer una foto de la obra de arte que has hecho, nuestros hijos han derribado el pequeño mundo que hemos creado, han arrancado cada una de las «pequeñas piezas» que habíamos colocado con tanto esmero y han convertido el cuarto de juegos en una escena de Jumanji que nos tiraremos toda la tarde limpiando.
Podemos tenerlo todo, saberlo todo, pero si faltan o se confunden algunos aspectos clave, nuestro ánimo se esfumará cuando veamos que el juego no estructurado no funciona. Aquí tienes cinco principios clave para que el juego no estructurado funcione.
1. Aceptar la idea de juego de nuestro hijo y dejar de lado la nuestra
La forma más rápida de frustrarse con el juego no estructurado de nuestros hijos es llegar con ideas muy específicas (y, siendo sinceros, muy controladoras) sobre cómo debería ser este tipo de juego. Para que nuestros hijos interioricen de verdad y en profundidad los inmensos beneficios del juego creativo, primero tenemos que dejar de lado nuestra propia versión romántica de él y aceptar la naturaleza imperfecta, desordenada y «fuera de nuestro control» del juego no estructurado real. Tenemos que preguntarnos sinceramente qué ideas tenemos que dejar de lado para dar paso a las de nuestros hijos.
2. Hay que centrarse en el concepto de desarrollo, no en una imagen
Para que el auténtico juego no estructurado salga bien, primero debemos entender y creer de verdad en el poder del juego en sí mismo, y hacer que eso sea nuestra prioridad y no lo que parece. Está claro que hay un montón de juguetes maravillosos no estructurados que se pueden ir añadiendo en casa a lo largo de los años y que de verdad aportan dimensión al juego, pero salir volando a gastar los ahorros de toda una vida para comprarlos todos en un mes no hará que tus hijos cambien mágicamente. Saber POR QUÉ tu familia está comprometida con el juego no estructurado y creer en el impacto que tendrá CAMBIARÁ a tus hijos a largo plazo porque te ayudará a decir no a las pantallas más veces, a soportar los lloriqueos cuando estén aburridos y a darles tiempo y espacio para que lo descubran. Puede que tu casa no se parezca a las fotos de las redes sociales que habías imaginado, pero, como ya hemos dicho, la vida real pocas veces es así. Si acabas de empezar este viaje y estás buscando un buen libro que introduzca muchos de los conceptos del juego no estructurado, «Crianza con simplicidad» es un gran comienzo.
3. Buscamos un impacto a largo plazo, no resultados rápidos
Cuando los niños están descubriendo el tipo de juego que les entretiene, cambiárselo por un juego no estructurado en el que se le exige mucho a su cerebro a veces puede ser una transición brusca. Como cualquier hábito, el cambio requiere tiempo, paciencia y dedicación. Eliminar poco a poco el tiempo excesivo frente a la pantalla, deshacerse de ciertos tipos de juguetes y pasar a un modo de juego más lento y reflexivo dará lugar a un cambio duradero. En lugar de las cosas que se quitan, asegúrate de llenar esos momentos con actividades lentas y gratificantes para crear conciencia y concentración, como pasear por la naturaleza, jugar a juegos significativos juntos o leer libros juntos, por nombrar algunos. Poco a poco, a medida que las cosas sencillas vuelvan a tener importancia, empezará a tomar forma un tipo de juego diferente.
4. Nos esforzamos por facilitar la limpieza además del juego
Puede que ayudar a los niños a practicar el hábito de limpiar después de jugar y entender su importancia sea uno de los aspectos más ignorados para que el juego no estructurado funcione a largo plazo sin que se arruine por el desorden. En este caso, tener todos los juguetes no estructurados a la vez puede ser más un obstáculo que una ayuda. En nuestra casa, empezamos con los juguetes no estructurados más básicos y más utilizados, como los bloques de madera normales, las piezas magnéticas, los coches y carreteras de Waytoplay, la tabla curva y algunos muñecos de madera y animales de Schleich. En cuanto los niños sean capaces de guardar esos juguetes sin protestar (yo lo hice con ellos durante mucho tiempo y de forma divertida con una lista de canciones alegres), añadiría algo más. La cantidad de juguetes que se sacan a la vez varía mucho en función de las edades y las personalidades, pero la clave es empezar con una cantidad que el niño pueda limpiar fácilmente y por sí solo y, a partir de ahí, aumentar el número de juguetes. Pero recuerda que menos es más cuando se trata de juguetes no estructurados.
5. No le pedimos a nuestros hijos más de lo que nos pedimos a nosotros mismos
Mirarse al espejo puede ser lo más difícil (y lo más revelador) para ayudarnos a solucionar el problema de por qué el juego no estructurado no funciona en nuestra casa. ¿Quitamos todos los dispositivos electrónicos y fardamos de tener una casa llena de juguetes no estructurados para luego estar mirando el móvil todo el rato que nuestros hijos están jugando? ¿Nuestros hijos nos ven alguna vez disfrutando del mismo tipo de cosas que les pedimos que hagan, como bajar el ritmo para observar el mundo que nos rodea, comprometernos profundamente con los demás y sentarnos lo suficiente para resolver un problema difícil en lugar de rendirnos y pasar a algo más fácil? Nuestros hijos harán lo que nosotros hacemos, no lo que decimos, y al aceptar la realidad, podríamos encontrar pistas con la clave para descubrir un nuevo potencial, si estamos dispuestos a analizar nuestros propios hábitos y el ejemplo que estamos dando con lo que nosotros mismos hacemos.
Disfruta del viaje
Sarah